Cada persona es una historia distinta, un cúmulo de acontecimientos que algunas veces, ni ellos comprende, al subir al taxi descargan todo su yo, sus cuitas, sus dolores y broncas, todo lo que no llevan a su casa, somos los tacheros al igual que la historia televisiva del ROLO, los psicoanalistas sin título, y donde el diván te recibe por el mínimo de un viaje, sin pasarte la cara tarifa del consultorio.
Somos muchas veces el que da el concejo en el momento exacto sin esperar el gracias desobligado del cliente, o el piropo que levanta el ánimo de la que llora por un fracaso, ó... tantas cosas podríamos contarte pero preferimos escucharte porque sabemos que lo necesitas. Pero alguna vez se pusieron a pensar en lo que nosotros pensamos, en los dolores físicos y espirituales que acarreamos en nuestro trabajo, no, no se lo pregunten porque nosotros preferimos escuchar, ayudar, empujar a decidir, oír, contar las veces que viajas y ver si tu ánimo cambia ó empeora, pero saber que sabes que ahí estamos.
Tan solo el delírio lleva a escribir sobre algo que a pocos interesa, en estos tiempos modernos quien se pregunta como está el tachero, si tiene algún problema o alguna duda excistencial, pero no, si es un tachero dicen muchos que problema va a tener. Que problema es creer que saben como se siente el otro, sin siquiera saber si ellos mismos estan bien.
Yo soy felíz, hago todo lo que puedo aunque me gustaría hacer lo que quiero por los que más quiero, pero bueno tarto de ser bueno en lo que hago, y según como me sale se los cuento.
Ah, no se si lo saben, pero el oficio de tachero, ES SOLEDAD EN COMPAÑIA, por las historias van y vienen pero ninguna se queda con nosotros.